martes, octubre 05, 2004

Acoso


No tengo muy buen recuerdo de mis primeros años de colegio. Para mí esos días son una etapa gris, son mañanas frías, largas horas en la escuela y una sensación de vacío. Tampoco tengo un buen recuerdo de mis compañeros de clase; auténticos cretinos violentos que se dedicaban a hacer daño como única afición. A pesar de los años que han pasado, las cosas tan solo han cambiado a peor. La violencia es algo que está tan presente a diario en nuestras vidas que ya nos parece hasta normal. Hace pocos días había una noticia que me dejaba totalmente impactado. Un joven de 14 años se suicidaba por no soportar las palizas que recibía de sus compañeros de clase. Todos en su escuela conocían su infierno y nadie hizo nada para ayudarle, sus amigos, sus compañeros, los profesores... Se le acusaba de chivato, una excusa para atacar. Jokin (así se llamaba el chico) calló para no hacer daño a sus padres y a su familia y por eso no quiso compartir su sufrimiento con ellos; pero al final tanto silencio resulto imposible de aguantar y el final fue demasiado trágico. Impotencia es lo que se siente y esto me ha llevado a preguntarme y a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos cuando somos testigos de una injusticia. ¿Hay que callarse o hay que denunciar? ¿Acaso callar no es una forma de ser cómplices? Si yo hubiera sido compañero de este chico, ¿qué es lo que habría hecho? Más grave me parece la actitud de los profesores, pues ellos tienen la responsabilidad y una de sus obligaciones es la de cuidar de la seguridad de sus alumnos (que son menores de edad). Y no solo callaron, alguna profesora también formaba parte de las burlas y chanzas que le hacían a Jokin. ¿Es esa la mejor educación? ¿Acaso pretendemos crear monstruos? ¿Quién tiene respuestas a todas estas preguntas?
***
Historia de Jokin 1 ,2 ,3, 4, 5, 6.

1 comentario:

Erea dijo...

hola! no se que ponerte,pero me gusto ver tus comentarios en mi blog. Asi que de Cangas, que pequeño es el mundo :)