viernes, mayo 06, 2005

Jugando con la ley


Cada vez me estoy aficionando más a leer la revista Época que compran cada semana en la casa de cultura de mi pueblo. No es porque me guste el diseño, ni me parezcan relevantes sus artículos y por supuesto no comparto para nada su línea editorial e ideológica. Precisamente es este el motivo por el que leo esta publicación, pues si prestáramos atención tan solo a aquellos con los que estamos de acuerdo sin duda perderíamos parte de la visión global que deberíamos tener y porque sin duda es necesario conocer los argumentos del adversario para poder defenderse. Una de las cosas que hace la derecha en política (y yo creo que en general todas aquellas personas que van de mala fe) es proyectar en los demás sus propias frustraciones y aquellas cosas que hacen y que están mal vistas. Si el PP miente, acusa al PSOE de faltar a la verdad y así constantemente. Es una vieja táctica de desviar la atención sobre uno pero también porque diciéndolo tantas veces algo queda en el sentir popular, y el pueblo, que a veces se cree todo lo que le dicen con una fe ciega acepta esas afirmaciones sin molestarse en pasarlas por un tamiz crítico y responsable. Los argumentos que desde esta revista se utilizan son de lo más absurdos y que se caen por su propio peso. El pasado domingo estaba tomando una caña con un amigo y me habló de todo el revuelo que se está montando con esto de los matrimonios homosexuales. Había escuchado en un programa de Radio 3 en donde la gente llama para dar su opinión que un hombre llamó todo serio para decir que el estaba a favor de los matrimonios homosexuales pero que le parecía poco pues el también quería que se legalizaran los matrimonios zoofílicos pues pensaba en casarse con su burro, adoptar a su hijo y pasear con toda la familia por el parque. Mientras me lo contaba estaba tomando un trago de cerveza y ante la perplejidad de la noticia casi me atraganto y me empecé a reír aunque no tenga nada de gracia. Sobre este mismo asunto se proclaman en Época esta semana. Mucho se ha hablado también de la petición desde el vaticano para que algunos funcionarios hagan objeción de conciencia y que rechacen este tipo de uniones negándose a realizarlas. Olvidándonos de qué es sobre lo que estamos hablando, ¿cómo es posible que alguien se pueda plantear simplemente la idea de pedir la objeción de conciencia ante una ley? Eso podría llevarnos a plantearnos incumplir otras leyes tan solo porque no nos convengan o no nos interesen. Las leyes son leyes y están para ser cumplidas nos gusten o no. Ha habido gente del PP que o bien han apoyado esta nueva ley (como el caso de Celia Villalobos) o bien aceptado sin ningún tipo de concesiones como el alcalde de Madrid y que han sido criticados por ello en la citada revista, mientras que miembros del PSOE contrarios como el alcalde de (L)A Coruña, Paco Vázquez, han sido calificados de valientes. ¿En que quedamos, en que hay que actuar conforme con los principios de cada uno libremente o tan solo se concede este privilegio si es para hacer o pensar tal y como ellos quieren que actuemos y pensamos? Y no es que este tema sea algo que me quite el sueño pero no deja de ser un ejemplo más de la intolerancia (e hipocresía) de unos frente a la libertad de los demás.
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López Aguilar afirma que la ley vincula a los jueces y espera que no haya objeción de conciencia
Ley & Law

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