La felicidad a través de la estupidez
Desde que he visto la película “Alguien voló sobre el nido del cuervo” me he dado cuenta de que la felicidad no se alcanza por no tener problemas sino por no ser consciente de ellos. Los pacientes del hospital psiquiátrico más satisfechos y radiantes eran aquellos que por diversas circunstancias habían perdido el (doloroso) contacto con la realidad. Se habían escondido en su mundo fantástico creado por la medicación y de este modo conseguían sobrevivir. Pensar (y reflexionar) tan solo produce sufrimiento, por eso lo mejor es dejarse llevar. Algo he leído de la lobotomía, tanto de la real que se utilizaba cortando con un bisturí los lóbulos frontales del cerebro (según los psiquiatras para curar enfermedades mentales como la depresión y alteraciones de personalidad) así como una más virtual, más sutil y quizás más eficaz. Antonio Dyaz en uno de sus artículos habla precisamente de un estado de aletargamiento de la sociedad y de un lavado de cerebro al que estamos siendo sometidos de una forma inconsciente y en momentos en los que vivimos en donde el sentido común está bajo la presión de gente que tan solo proyecta su incompetencia en los demás, a veces casi es mejor no pensar y simplemente ser estúpidamente feliz.
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